Tedi López compila a los mejores traductores
Publica bajo el sello del FCE una antología con trabajos de Pacheco, Aridjis, Montemayor y 30 poetas más CONTENIDO. “Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959” presenta una selección de poesía griega, italiana, francesa, checa, polaca y anglosajona (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
Sábado 24 de diciembre de 2011 Yanet Aguilar Sosa | El Universal
Que los poetas traduzcan a los poetas de otras lenguas es una tradición nacional bien cimentada en México, así lo confirma el libro Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959, antología compilada por la poeta y ensayista Tedi López Mills, que da cuenta de 20 años de traducción de poesía en México a través de la obra de 33 poetas mexicanos.
El oficio de traductor en México va de la mano de la creación poética. José Emilio Pacheco, Homero Aridjis, Carlos Montemayor, Mónica Mansour, Elisa Ramírez, José Luis Rivas, Alberto Blanco, Luis Cortés Bargalló, Pura López Colomé, Fabio Morábito, Verónica Volkow, Jorge Esquinca, Pedro Serrano y Gerardo Beltrán, entre otros, son poetas consumados al mismo tiempo que traductores de primer nivel.
Así ha quedado de manifiesto en el libro Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959, publicado por el Fondo de Cultura Económica, una obra que le da continuidad a la compilación que hicieron Marco Antonio Montes y Ana Luisa Vega, con el título El surco y la brasa. Traductores mexicanos, el cual reunió a 38 traductores, desde Alfonso Reyes hasta Homero Aridjis, con lo que abarcaba 58 años.
Tedi López Mills asegura que su libro es una continuación y un homenaje, pero se centra sólo en poetas traductores, mientras que en el libro de Montes de Oca había incluso narradores, ahí estaban Juan José Arreola, Salvador Elizondo, Carlos Monsiváis, Sergio Pitol y Juan García Ponce, aunque mantiene el propósito de mostrar que México es un país de grandes traductores.
“Esta es una tradición nacional. Octavio Paz da un gran ejemplo de la traducción, incluso tiene un libro entero de traducción y era un excelente traductor. También el de José Emilio es un caso ejemplar, es un traductor fenomenal, ha hecho una labor increíble con los cuatro cuartetos de T. S Elliot -un libro que espero que algún día vea la luz-; quise meterlo a él en la antología porque me parece un ejemplo de traducción y casi una especie de pater familias”, señala la poeta.
Doble oficio
La solicitud que hizo Tedi López Mills a cada uno de los poetas-traductores fue que le dieran 20 páginas de sus traducciones preferidas, por eso concibe esta antología como una obra de pequeñas antologías que elaboraron cada uno de los poetas, una especie de canon literario de los poetas nacidos en los años 40 y también de los nacidos en los 50.
“Mi certeza es que además de ser una antología de traducciones, es una gran antología de poesía”.
En ese camino largo y complicado -porque no sólo es reunir las traducciones sino, y sobre todo, conseguir los derechos de todos los poemas traducidos-, la autora de Horas y Muerte en la rúa Augusta -con el que ganó el Premio Xavier Villaurrutia en 2009-, también descubrió que la generación de los años 50 es eminentemente una generación de poetas traductores.
“Casi todos los nacidos en esa época traducen; es el caso de Pura López Colomé, que es tremendo; José Luis Rivas, que también ha traducido mucho; Luis Cortés Bargalló, Alberto Blanco, Pedro Serrano, Carlos López Beltrán, hay casos llamativos de gente que ha traducido una barbaridad de poesía; por eso digo que hay tradición de poetas traductores, habrá que ver cómo es la de los años 60 y los 70. En la de los 40 está Homero Aridjis, Elsa Cross, Gloria Gervitz, David Huerta, es todo un abanico de nombres y preferencias literarias”, dice.
Esa antología, que reúne a 33 poetas nacidos entre 1939 (José Emilio Pacheco) y 1959 (Alfonso D´Aquino), también pone de manifiesto que la traducción empieza como una forma de entusiasmo, de querer compartir lo que se lee y luego ya encuentra espacio para ser publicada.
Tedi López afirma que cuando uno traduce lo hace porque ese poeta le gusta a uno muchísimo y quiere compartirlo con los demás, pero además que la traducción también tiene algo de saqueo. “Uno siempre quiere que se le pegue algo, como si uno quisiera que se le contagiara lo que uno admira mucho en ese texto original. En general, los poetas que empiezan a traducir no lo hacen con la seguridad de que va haber alguien que lo publique, es como un oficio secreto que se va armando de forma paralela con la obra propia”.
Distintas maneras de trabajar
Aunque no cree que haya una variedad infinita de formas de traducir, hay procedimientos en los traductores contenidos en esta antología. López Mills dice que hay traductores que son literales y se convierten como portavoces del texto original; pero hay traductores que prefieren crear un texto alternativo.
“Es interesante ver cómo resuelve cada traductor el problema de un original, ese es el reto principal del traductor, que hay desgraciadamente un original”, agrega la poeta que acaba de terminar un libro de ensayos El libro de las explicaciones, que reúne textos sobre el pesimismo, los gatos, los nombres, la paternidad, la maternidad, la política y la compasión, un libro que podría publicarse en 2012 bajo el sello Almadía.
Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959 es una antología diversa, hay una selección de poesía griega, italiana, francesa, checa, polaca y por supuesto inglesa, pues igual que en el libro compilado por Marco Antonio Montes de Oca, el idioma más traducido es el inglés; también hay una constante en los poetas más traducidos: Eugenio Montale, Fernando Pessoa y Wallace Stevens.
Con todo, es un libro único que no tiene obras semejantes en la tradición de Estados Unidos y Francia. “Sería interesante hacer un estudio de qué tanto los poetas francés o estadounidenses traducen a otros poetas e incluso en el caso de España, ver qué tanto los poetas españoles traducen poesía; en todo caso los poetas mexicanos son muy traductores de poesía, es como una tradición nacional que me parece maravillosa”.
Y si ella se encargó de darle continuidad a lo que hizo Montes de Oca, alguien más podría emprender los siguientes 20 años de traducción hecha por poetas, de autores nacidos en los años 60 y 70.
“Sería una investigación interesantísima, me gustaría encargarme de eso, pero no creo que se pueda hacer, son libros my caros porque hay que pagar los derechos de cada uno de los poemas. Por otro lado, tengo la sospecha de que la generación de los 60 no ha traducido tanto como la de los 70, muchos de esos traductores congregados en las revistas de Hugo Gola, que fue un gran maestro”.
yanet.aguilar@luniversal.com.mx
Que los poetas traduzcan a los poetas de otras lenguas es una tradición nacional bien cimentada en México, así lo confirma el libro Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959, antología compilada por la poeta y ensayista Tedi López Mills, que da cuenta de 20 años de traducción de poesía en México a través de la obra de 33 poetas mexicanos.
El oficio de traductor en México va de la mano de la creación poética. José Emilio Pacheco, Homero Aridjis, Carlos Montemayor, Mónica Mansour, Elisa Ramírez, José Luis Rivas, Alberto Blanco, Luis Cortés Bargalló, Pura López Colomé, Fabio Morábito, Verónica Volkow, Jorge Esquinca, Pedro Serrano y Gerardo Beltrán, entre otros, son poetas consumados al mismo tiempo que traductores de primer nivel.
Así ha quedado de manifiesto en el libro Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959, publicado por el Fondo de Cultura Económica, una obra que le da continuidad a la compilación que hicieron Marco Antonio Montes y Ana Luisa Vega, con el título El surco y la brasa. Traductores mexicanos, el cual reunió a 38 traductores, desde Alfonso Reyes hasta Homero Aridjis, con lo que abarcaba 58 años.
Tedi López Mills asegura que su libro es una continuación y un homenaje, pero se centra sólo en poetas traductores, mientras que en el libro de Montes de Oca había incluso narradores, ahí estaban Juan José Arreola, Salvador Elizondo, Carlos Monsiváis, Sergio Pitol y Juan García Ponce, aunque mantiene el propósito de mostrar que México es un país de grandes traductores.
“Esta es una tradición nacional. Octavio Paz da un gran ejemplo de la traducción, incluso tiene un libro entero de traducción y era un excelente traductor. También el de José Emilio es un caso ejemplar, es un traductor fenomenal, ha hecho una labor increíble con los cuatro cuartetos de T. S Elliot -un libro que espero que algún día vea la luz-; quise meterlo a él en la antología porque me parece un ejemplo de traducción y casi una especie de pater familias”, señala la poeta.
Doble oficio
La solicitud que hizo Tedi López Mills a cada uno de los poetas-traductores fue que le dieran 20 páginas de sus traducciones preferidas, por eso concibe esta antología como una obra de pequeñas antologías que elaboraron cada uno de los poetas, una especie de canon literario de los poetas nacidos en los años 40 y también de los nacidos en los 50.
“Mi certeza es que además de ser una antología de traducciones, es una gran antología de poesía”.
En ese camino largo y complicado -porque no sólo es reunir las traducciones sino, y sobre todo, conseguir los derechos de todos los poemas traducidos-, la autora de Horas y Muerte en la rúa Augusta -con el que ganó el Premio Xavier Villaurrutia en 2009-, también descubrió que la generación de los años 50 es eminentemente una generación de poetas traductores.
“Casi todos los nacidos en esa época traducen; es el caso de Pura López Colomé, que es tremendo; José Luis Rivas, que también ha traducido mucho; Luis Cortés Bargalló, Alberto Blanco, Pedro Serrano, Carlos López Beltrán, hay casos llamativos de gente que ha traducido una barbaridad de poesía; por eso digo que hay tradición de poetas traductores, habrá que ver cómo es la de los años 60 y los 70. En la de los 40 está Homero Aridjis, Elsa Cross, Gloria Gervitz, David Huerta, es todo un abanico de nombres y preferencias literarias”, dice.
Esa antología, que reúne a 33 poetas nacidos entre 1939 (José Emilio Pacheco) y 1959 (Alfonso D´Aquino), también pone de manifiesto que la traducción empieza como una forma de entusiasmo, de querer compartir lo que se lee y luego ya encuentra espacio para ser publicada.
Tedi López afirma que cuando uno traduce lo hace porque ese poeta le gusta a uno muchísimo y quiere compartirlo con los demás, pero además que la traducción también tiene algo de saqueo. “Uno siempre quiere que se le pegue algo, como si uno quisiera que se le contagiara lo que uno admira mucho en ese texto original. En general, los poetas que empiezan a traducir no lo hacen con la seguridad de que va haber alguien que lo publique, es como un oficio secreto que se va armando de forma paralela con la obra propia”.
Distintas maneras de trabajar
Aunque no cree que haya una variedad infinita de formas de traducir, hay procedimientos en los traductores contenidos en esta antología. López Mills dice que hay traductores que son literales y se convierten como portavoces del texto original; pero hay traductores que prefieren crear un texto alternativo.
“Es interesante ver cómo resuelve cada traductor el problema de un original, ese es el reto principal del traductor, que hay desgraciadamente un original”, agrega la poeta que acaba de terminar un libro de ensayos El libro de las explicaciones, que reúne textos sobre el pesimismo, los gatos, los nombres, la paternidad, la maternidad, la política y la compasión, un libro que podría publicarse en 2012 bajo el sello Almadía.
Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959 es una antología diversa, hay una selección de poesía griega, italiana, francesa, checa, polaca y por supuesto inglesa, pues igual que en el libro compilado por Marco Antonio Montes de Oca, el idioma más traducido es el inglés; también hay una constante en los poetas más traducidos: Eugenio Montale, Fernando Pessoa y Wallace Stevens.
Con todo, es un libro único que no tiene obras semejantes en la tradición de Estados Unidos y Francia. “Sería interesante hacer un estudio de qué tanto los poetas francés o estadounidenses traducen a otros poetas e incluso en el caso de España, ver qué tanto los poetas españoles traducen poesía; en todo caso los poetas mexicanos son muy traductores de poesía, es como una tradición nacional que me parece maravillosa”.
Y si ella se encargó de darle continuidad a lo que hizo Montes de Oca, alguien más podría emprender los siguientes 20 años de traducción hecha por poetas, de autores nacidos en los años 60 y 70.
“Sería una investigación interesantísima, me gustaría encargarme de eso, pero no creo que se pueda hacer, son libros my caros porque hay que pagar los derechos de cada uno de los poemas. Por otro lado, tengo la sospecha de que la generación de los 60 no ha traducido tanto como la de los 70, muchos de esos traductores congregados en las revistas de Hugo Gola, que fue un gran maestro”.
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